Me gusta ver cómo el enorme ingenio perfora metales a golpes
y moviéndose muy rápidamente. Hace un ruido (punch punch punch) que varía su
intensidad, tono y volumen dependiendo del grosor y naturaleza del material a
perforar, así como del tamaño e incluso forma de los taladros ejecutados.
Cuando estás un ratito, no está mal, piensas en los
mecanismos, en la información electrónica, en la traducción de ésta a
movimientos y todo eso.
Si el trabajo se alarga por horas, la cosa se puede complicar.
Me veo a mí mismo, dándole toques con una varilla a las piezas que se quedan
bloqueadas. Comprendo entonces que formo parte de la máquina, que me ha
abrazado y me ha abducido.
Es una historia de amor bastante común. Ella me quiere, me
necesita y no quiere que la abandone. Yo sé que sin mí se podría convertir en
un amasijo de hierros retorcidos y humeantes. Claro, me sabe mal.
Un método de evasión utilizado a lo largo de los tiempos ha
sido el canturreo. Tenemos, pues, un señor triste dando toquecitos (más de los
necesarios) a piezas metálicas, susurrando musiquitas que se inventa sobre la
marcha.
Célebre es uno de los hits compuestos en una sesión de
punzonado. Hablo, por supuesto del éxito-pop “Te voy a parir”. Su estribillo
dice así:
Te voy a
parir
Te voy a
parir
Te voy a
parir
No creo que a nadie le extrañe que después de unas cuantas
horas con el punch-punch en la cabeza, cualquier ser humano con corazón decida
que sería muy sensato intentar poner el cráneo bajo el cabezal perforador para
lucir un bonito agujero de 21,5 milímetros de diámetro en la frente. A veces me
saco del bolsillo un recorte de periódico que explica que peces gordos viven
a sus anchas (por eso de ser gordos) después de robar millones y millones. Y
mientras, yo aquí haciendo el panoli con la maquinita, el estruendo mecánico y
mis musiquitas rebotando en mis sesos.
Se puede uno volver loco.
Después de un rato, suelo mirar alrededor, reírme a gritos
con las venas del cuello hinchadas, gritar
palabras soeces que escandalizarían a cualquier señorita de buenos
modales, llorar un poco apoyado en una columna y luego sigo mirando cómo la
punzonadora sigue su trabajo (punch punch punch) Sonrío y me apiado de ella,
que al fin y al cabo no tiene media hora para el bocadillo.
Me gustaría oír una maqueta del hit "Te voy a parir".
ResponderEliminarPues según los lamas un agujero en la frente es como un tercer ojo (y no el del culo) te hace ver todo más claro. Si no recuerdo mal se lo hacía el prota de la película "Pi". Saludos. Borgo.
Estás alienao, como bien definió Marx al explicar que que al desligarnos del producto que elaboramos, nosotros mismos nos convertimos en mercancia, al igual que nuestro trabajo. Vamos que estás cosificado!! JAAA.
ResponderEliminarHas intentado fabricar zapatos o cinturones artesanos, tb llevan agujeros...
Soy Odaya, la torpe que no sabe como dejar un mensaje sin que sea anónimo.
Señor Zueras, de momento grandes temas como "Te voy a parir" o "Parabolic Can" no están grabados. Sólo los canturreo acompañado de mi guitarra en las aisladas noches solitarias, cuando estoy solo. En la soledad absoluta. Solo, solo... (eco)
ResponderEliminarBueno, en alguna fiesta donde me hicieron beber más de lo aconsejable también las canté, pero incomprensiblemente no tengo seguidores. El pop está de capa caída. Aun así, las daré a conocer al mundo. Se lo merece (el mundo) por malo.
"Pi" la vi hace un montón. Recuerdo la imagen repetida del tipo vomitando, pobre, pero ningún agujero. Tendré que revisitarla.
Un saludo.
Odaya, mi querida torpe!
ResponderEliminarEs verdad, estoy totalmente alineado e identificado en la gran cadena de montaje de la vida. Soy una pieza más (quizá algo más gorda que las otras) que discurre por la cinta transportadora que nos conduce a todos al gran palé final.
Amén.
Muy bueno...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Un saludo, Pérfida. Encantado de la vida!
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