Yo conocí a un cíborg y
desaproveché la oportunidad de entablar una conversación con él.
Fue una noche, en un bar. Extrañamente,
me encontraba yo en un establecimiento de esa índole.
Mi querida amiga, la
señora Lloret, me dio un codazo, que provocó que gotitas de mi trinaranjus
cayeran sobre el regazo de una joven a la cual yo había estado guiñando el ojo
toda la noche, pero luego resulta que era novia de otro que también estaba por
allí, al que yo le había hecho hirientes bromas sobre su calvicie y sus gafas y
que no sé yo si se lo tomó bien, porque él posteriormente comentó algo de los
gordos que se peinan hacia delante para tapar la frente.
Bueno, al tema.
Lloret, señalando a un tío
que llevaba una especie de webcam pillada en la cabeza, me dijo algo así como:
“mira, miraaa, el tío de la cámara que coloressssh en eso de los sonidos
wauuu”. No hace falta decir que ella no bebía trinaranjus.
La cosa quedó ahí, pero
días después, ella me envió este enlace:
Sé que leer noticias es un
rollo, así que lo resumo:
El pavo en cuestión, que sólo
puede ver en blanco y negro, se hizo instalar un artilugio que, mediante una
cámara, traduce los colores a notas musicales.
Bueno, yo pensaba que el
tipo era un excéntrico hortera con un micrófono de pc pegado a la cocorota y
resulta que es un cíborg-artista. Dice que los ciborgs son “un grupo social y
un movimiento artístico que irá creciendo a lo largo de este siglo”.
No puedo dar detalles de
la gran decepción que me llevé al leerlo.
Los ciborgs no son eso.
Los ciborgs tienen que ser operarios en líneas de montaje que con sus doce
brazos hagan el trabajo de seis prejubilados o cuatro parados de larga duración. Los ciborgs tienen que ser
cirujanos con manos mecánicas. Los ciborgs deberían poder hacer cálculos
infinitesimales para dar bien el cambio en el colmado cuando compres pan y un
bote de tomate frito. Los ciborgs, tal vez, podrían ser efectivas máquinas de
matar. Pero... ¿artistas? ¿qué broma es
ésta? ¿musiquitas y colorines?