domingo, 9 de marzo de 2014

Mudanza (I)

Un día me levanté y decidí irme.

Fue una decisión poco meditada. Me desperté, salí de la cama, me dirigí al baño rascándome el...
[PÁRRAFO CENSURADO]
... y cuando acabé de despegar el papel higiénico del techo, me puse a desayunar.

Mientras desayunaba veía reflejada mi imagen en la ventana. Al quedar mi pequeño apartamento a una altura menor en comparación con el resto de construcciones, la oscuridad solía hacer presencia y ello favorecía los juegos de sombras y refracciones indeseadas. Allí estaba yo, no pude evitar contemplarme: tenía los mofletes llenos de cereales e intentaba tragar poco a poco sin ahogarme, parecía un hámster calvo.

Fue una revelación mística, como la de Ramon Llull, que era un acosador medieval al cual le pirraba ir por ahí siguiendo a las damiselas. Un buen día, una de ellas, harta de ver al tipo corriendo tras de ella, haciéndole rimas picantonas, se giró hacia él y le mostró uno de sus pechos. Uno que tenía la particularidad de estar muy hecho polvo porque la mujer había sufrido un cáncer horrendo que se lo había destrozado. Esto perturbó al hombre y decidió hacerse religioso. Que bien podría haberse buscado una motivación diferente, pero como en aquella época el paint-ball se hacía con espada y mataba bastante, se inclinó por el tema de la cristianización a troche y moche.

Pues lo mismo. Lo que pasa es que en vez de ir puerta por puerta intentando convencer a los moros del barrio para que se pongan a comer jamón, opté por cambiar de vida. Un cambio radical, irme lejos, dejar atrás mi pasado, darle un giro a todo, olvidarme de mi yo antiguo, descubrir nuevos sitios, nuevas gentes, culturas, razas, usos diferentes del pelador de patatas...
...lamentablemente, dado mi poder adquisitivo y mi miedo a lo desconocido, finalmente acabé mudándome a otro piso de mi misma calle.

Este tiene luz, mucha luz, en verano será insoportablemente parecido a una sauna puesta a tope para que James Bond muera. Por suerte, ahora en invierno, el calor no es un problema. Todo lo contrario. El calor sería una bendición del cielo. Hace un frío tal que no he acertado ni una sola vez dentro de la taza del váter al miccionar. He engordado ocho kilos para intentar que la grasa me conserve calentito, pero ni así.

Pero vayamos paso por paso, lo prime...

    ¡CONTINUARÁ! ¡¡TARATACHAAAÁN CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAÁN!!